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domingo, 19 de octubre de 2014

Manifestaciòn E007 El majestuoso rey de los andes ecuatorianos. Nuestro olvidado cóndor



Otro de los íconos nacionales que los ecuatorianos no le hemos sabido prestar una adecuada atención y que se lo ha descuidado, es el mítico cóndor andino, el altivo “Rey de los Andes” símbolo imponente y soberbio del Escudo Nacional Ecuatoriano. La mayoría de ciudadanos de este suelo no conoce su significado y representación de este gigante alado en nuestro escudo de armas. Deben ser difundidos con mayor ahínco y entusiasmo en la escuela, el significado de los elementos de los símbolos patrios, en especial el del cóndor.

A lo que me refiero en particular es que, el “Rey de los Andes”, que debería ser y es, a no dudarlo, el orgullo de todo buen ecuatoriano, está en peligro de extinción. No hay ley para su protección ni para su recuperación, como lo hay en otros países andinos, a pesar que no tienen a este gigante del cielo, como su símbolo nacional. Considero que esta pasiva y descuidada actitud, demuestra una escasa o ninguna preocupación por parte del ciudadano ecuatoriano, con respecto a este ícono de poder y fortaleza nacional. Me atrevería a decir que es más por desconocimiento de su significado e importancia que tiene, para la identidad de este pueblo andino.

Majestuoso cóndor de los andes ecuatorianos

Los ancestros, a lo largo de los tiempos históricos, en la grandeza de la cordillera de Los Andes, las antiguas culturas americanas como la Chimu, Moche, Inca, Shyri, Puruhá, entre otras, lo respetaban, lo contemplaban y hasta le temían, por lo bien que lo conocían; quienes lo admiraban por su gran valentía, temeridad e intrepidez de raza, que este esbelto y arrogante coloso andino irradiaba y enseñaba a los antepasados habitantes, al momento de decidir el final de su larga existencia, su muerte, a través del suicidio, practicado por los de su especie, desde hace milenios.

Ahí radica el principal significado de nobleza, orgullo y valor que los antepasados de estas tierras, aprendieron, conservaron y mantienen, hasta el día de hoy, sobre las lecciones naturales de su “Dios de la montaña”.

Este paradigma mitológico, remonta su último vuelo hasta alcanzar la infinita altura, desde la cual dominó el vasto espacio y deslumbró a lo terrenal, para luego descender raudo, en vertiginosa picada, a una velocidad extraordinaria, para súbitamente estrellarse contra la faz rocosa de la montaña, la que quiso igualar su horizonte, que al final lo logra, por el fugaz deceso de su noble y centenario huésped, dando así, esta mítica y legendaria ave, fin a su reinado en los límpidos y azules cielos andinos.

El cóndor, fue considerado y venerado como símbolo de sabiduría, justicia, bondad, disciplina, altivez por todas las tribus y confederaciones indígenas de los andes del sur del continente. Hoy los científicos modernos nos informan sobre el indispensable rol que, en el equilibrio de la naturaleza, su gallarda presencia representa.

En tal virtud el cóndor andino, el ave voladora más grande del planeta, símbolo de varios pueblos latinoamericanos que, con una envergadura de sus alas de hasta 3,5 m. de largo y de casi un metro de alto fue, sigue y seguirá siendo, un ícono ancestral de identidad, intrepidez, coraje, serenidad, de importancia religiosa y representación de la civilización prehispánica, que debería ser recuperado, estudiado, conocido, protegido, admirado y venerado por los ecuatorianos.


El ave voladora más grande del planeta

De esta manera se entiende la importancia y significado de fuerza y valentía que el cóndor tiene, al haber sido ubicado esbelto e imponente, en la parte dominante del sagrado símbolo patrio: el Escudo de Armas del Ecuador, por el temerario y rebelde general de Montecristi, Eloy Alfaro Delgado, en 1900.

Videos documentales, material impreso, murales y múltiples productos de difusión sobre uno de los íconos más representativo que dispone el Ecuador para mostrarse al mundo, deberían ser elaborados y producidos, con mayor intensidad, por el Estado y por aquellas empresas con espíritu nacionalista, practicantes de la filantropía, generosas, y así contribuir con la recuperación de la identidad nacional ecuatoriana y amor a la Patria.

Recordemos que, el disponer de una fuerte identidad ecuatoriana, incidirá favorablemente en el desarrollo nacional, en el comprometimiento con la investigación científica para la producción de bienes, en el control de la corrupción y gobernabilidad responsable, etc. El ser humano de este país estaría mejor predispuesto para desempeñar su rol con honestidad, decisión, seguridad espiritual y ética. Se abriría al mundo para dar a conocer y promover a su país, sobre lo que este dispone y produce. El ecuatoriano trabajaría con fuerza y tesón en pos de su engrandecimiento, en estos tiempos de globalización, de carencias y amenazas mundiales y tendencias de integración regional.
Liberación de un cóndor, luego de su recuperación

Se espera que nuestros jóvenes combatan la ignorancia histórica, a través de actividades colectivas tendientes a fortalecer la identidad nacional ecuatoriana. De lograrse, estoy seguro que la recompensa será un nuevo rostro y nuevo ciudadano.

martes, 14 de octubre de 2014

Manifestación E006 Ciertos factores que han incidido en nuestra Identidad Nacional



2.        Impacto del incario en nuestra identidad


Durante el breve y progresista período incásico en el que vivieron y evolucionaron los habitantes de estas tierras, la mayoría de comunidades, nacionalidades y confederaciones indígenas de lo que hoy es el Ecuador, pasaron a formar parte del vasto Imperio de los Inca: el “Tahuantinsuyo”.

Se debe recordar con orgullo que, el último Inca gobernante de este gran imperio, fue el monarca Atahualpa, el Inca quiteño, que infelizmente murió asesinado, en Cajamarca en 1533, a manos de los ambiciosos y muy “católicos” blancos, invasores desde España.

No se han podido identificar vestigios ni rastros de identidad sobre la pertenencia, a esta última circunstancia política, en la sociedad ecuatoriana. Son casi inexistentes los sentimientos de identidad y relación con el incario, sea por motivos históricos causadas por situaciones de alienación que se generaron en aquellos momentos de la conquista española en el continente americano, sea por reacción natural de los pueblos de ser verdaderamente libres y no someterse o subyugarse a nación conquistadora alguna o por que la ambición de los codiciosos invasores españoles, sedientos de poder, territorios y riquezas, que obligó a la división política administrativa de las nuevas tierras, forzando y precipitando la conformación de entidades territoriales ajenas a la realidad local e imponiendo un nuevo orden político y social, a la usanza de la España de esa época, con el consabido resquebrajamiento, en territorios diminutos, solitarios, débiles, olvidados y dramáticamente explotados, actualmente llamados países Latinoamericanos, entre ellos, el Ecuador contemporáneo.

Son muchas las razones, claro está, por las cuales los habitantes de estas tierras se desunieron y separaron de su imperio con el que ya estaban identificados; se evidencia que estos pueblos corrieron el riesgo de quedar desamparados, espiritual y sentimentalmente, al vaivén del tiempo, sin soporte ancestral o sin capacidad de acrecentar o mantener su identidad, cultura, vida social, fortaleza guerrera y demás manifestaciones humanas, propias de un conglomerado espiritualmente sólido y con legados ancestrales bien definidos.

Debemos reconocer que la sociedad ecuatoriana, lamentablemente, no ha conseguido hasta el presente, consolidar una verdadera identidad nacional ni arraigar en el espíritu ecuatoriano, su verdadera y definida procedencia ancestral. Posiblemente hubiese convenido ser parte de la cultura, territorio y legado ancestral de aquel poderoso y desarrollado imperio de “los hijos del sol”, y haber mantenido una identidad sólida y soberbia de gentes identificadas con su propia cosmovisión y cosmogonía. Más fuimos invadidos, subyugados y separados.


3.        Reino de Quito, Real Audiencia de Quito, Presidencia de Quito y Ecuador


En la época de la colonia, los actuales territorios ecuatorianos, formaron parte del Reino de Quito, luego Real Audiencia de Quito, llamada también Presidencia de Quito, esos nombres se han quedado en la historia, en un pasado olvidado. Una gran parte de los ecuatorianos ya no se acuerdan ni saben su significado, perdiéndose con el tiempo la oportunidad de ir definiendo y fortaleciendo una identidad propia, basada en los orígenes de la nacionalidad aborigen y mestiza. Al final se viene teniendo una fuerte tendencia a identificarse con lo blanco, con lo español y, lastimosamente, reprochar lo indígena, lo autóctono.

La gran mayoría de ciudadanos ecuatorianos, se sienten hasta cierto punto “híbridos”, sin identidad, sin piso, sin un sustento histórico consciente y digerido. Se sienten frágiles, inseguros, en busca de adoptar lo primero que les llegue de afuera, les ofrezcan o perciban.

Urge la necesidad de rescatar la inmensa riqueza cultural e histórica que nuestros antepasados, con sudor, lágrimas y rebeldía generaron, y que a la vez, perdieron en aquella inhumana y despiadada época colonial, infringida por ambiciosos e insaciables españoles, escudados en la santa cruz y apoyados por ciertos encubridores y fanáticos curas.

Con respecto a los nombres originarios y muy auténticos con los que se reconocían a estos territorios, que posteriormente fueron indebida, injusta e irresponsablemente cambiados por el de “Ecuador”. Al menos la capital del país mantiene el nombre “Quito”, que hasta cierto punto proporciona un innegable grado de orgullo a sus habitantes; pero, no en el nivel que debería ser. Debemos trabajar más sobre este tema en particular. El de identidad y pertenencia.

El por qué el nombre “ecuador” ha desfavorecido tanto a la sociedad del actual Ecuador, en lo relacionado con la identidad nacional. Sencillo. ¿Qué significaba la palabra ecuador en aquellos tiempos, en que apareció tan misterioso nombre? ¿Era algo tangible o quizás ancestral? ¿Quién había evidenciado, en épocas pasadas su importancia y representatividad? o ¿fue mera novelería o impresión caprichosa, por la vulnerable y frágil situación en la que se desenvolvían los habitantes quiteños de entonces?

Lo que seguro es que, el nombre “Ecuador”, no llena ni llenará las expectativas, desde el punto de vista de identidad y pertenencia, a los habitantes de ese rebelde, noble y pródigo “Reino de Quito”.



Departamento de Quito en 1827