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lunes, 16 de septiembre de 2013

La Profesión Militar



“Los hombres de guerra pensamos permanentemente en ella, porque apasionadamente amamos la paz”

RAES


La humanidad desde sus orígenes ha permanecido en constante incertidumbre e inseguridad por diferentes causas de orden político, social, religioso, económico que han puesto en peligro su propia supervivencia. Situaciones que han dado origen a conflagraciones bélicas, combates y guerras de distinta magnitud y naturaleza, sobre toda la faz de la tierra y a lo largo de toda su existencia, hasta nuestros días.

Uno de los actos sociales y netamente humano que mayor atención, investigación, empleo, dedicación y vigencia ha tenido en la sociedad humana es: “la guerra”. Hordas, clanes, confederaciones, imperios, reinos, ciudades - Estado, países, bloques de naciones y otros tipos de organizaciones estatales se han visto obligados a crear estamentos armados para poderse procurar una relativa seguridad y defensa, que garanticen su existencia en un determinado momento histórico.

Como olvidar a los primitivos y numerosos grupos de guerreros armados con rudimentarias armas y sencillo equipo protector confeccionado de cuero y pieles para defenderse de las armas enemigas, que se lanzaban furiosos al combate cuerpo a cuerpo contra su adversario.

Los persas con Ciro y Darío y, los macedonios con Alejandro Magno fueron imperios que consideraron, cada quien, en su momento histórico, a sus ejércitos como la base fundamental de su poder militar.

Del imponente y poderoso imperio Romano, evocar a las feroces “LEGIONES ROMANAS” es rendir culto a los hombres de la guerra, herederos de la mística, disciplina, temperamento e indomable espíritu guerrero que perdura hasta nuestros días, en los soldados y hombres pertenecientes a esta legendaria e importante organización armada, de toda nación de la actualidad.

En la Edad Media, en la época denominada “bárbara”, los ejércitos permitieron cumplir con éxito, los objetivos de una batalla o una guerra, tanto de los pueblos bárbaros y posteriormente, de los imperios en el “período feudal”, en el que aflora un nuevo tipo de guerrero, más bravo, con mejores conocimientos sobre el arte de la guerra en el campo de batalla, como se recuerda en las conquista de Carlomagno o en la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia o en la caída de Constantinopla a manos de los turcos; en fin, el soldado viene siendo el baluarte y principal actor en la vida de esos pueblos, en aquellos tiempos.

El cristianismo y el fanatismo religioso incidió directamente sobre el soldado de aquella época, así se evidencia en las guerras de la Cruzadas con las órdenes de los Templarios y los Hospitalarios consagrados a la defensa de la fe, convirtiéndose en unos verdaderos monjes – soldados.

No podemos soslayar a los imperios, reinos, sultanatos y pueblos asiáticos como el Mongol, Chino, japonés, hindúes, africanos, árabes que, durante su existencia, sus conquistas y guerras las basaron en función de poderosos ejércitos, vitales para la supervivencia de sus pueblos.

En la Primera y Segunda guerras mundiales y en las diferentes guerras de la post guerra (en Vietnam, Corea, África, Medio Oriente) es inevitable la presencia masiva del soldado, en los tres escenarios (terrestre, marítimo y aéreo), con la evolución necesaria de la ciencia y tecnología al servicio de la guerra.

Remontándonos a la época de nuestro Reino de Quito, sobresalen verdaderos guerreros que defendieron, con valentía y bravura su territorio, cultura, religión, costumbres, su libertad, que más tarde serían la base de nuestra nacionalidad ecuatoriana. Recordar a Cacha, Hualcopo, Pintag, Atahualpa, Rumiñahui, Quisquís, Calicuchima, Epiclachima, valerosos guerreros de nuestra historia, es evocar lo más sublime de un soldado: el indomable y audaz espíritu guerrero de un Shyri rebelde y altivo.

Desde la época prehispánica, con nuestros aborígenes Manteños y Huancavilcas, más tarde con la existencia de los famosos astilleros navales de la entonces Real Audiencia de Quito, en los cuales se construían las vitales y necesarias embarcaciones para la guerra naval y para el comercio marítimo de la época, son aspectos que evidencian nuestra legendaria tradición marinera.

La República del Ecuador, durante los agitados, furiosos y vibrantes años de la independencia y posteriormente, en los borrascosos e inestables periodos republicanos, sintió la necesidad de organizar y establecer una institución armada moderna y profesional. Juan José Flores se podría decir que fue el creador del “Ejercito del Sur”, en Tarqui, origen de nuestro glorioso Ejercito Ecuatoriano. Posteriormente, ya en la era republicana, se organizarían la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea Ecuatoriana.

¿Qué es la profesión militar? Definamos primero lo que es una “profesión” en el nivel más elemental; pues una profesión es “el empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el cual percibe una retribución”.

En tal virtud, al referirme a la profesión Militar, deseo visualizar cual es el perfil de este especial ciudadano en uniforme, de este ciudadano militar, muchas de la veces incomprendido, depositario de los más excelsos valores cívicos y patrióticos, de las más nobles virtudes y características especiales, en el campo humano, en el social, axiológico, psicológico y militar.

Este noble profesional de las armas ecuatorianas, motivado tan solo por su imperiosa convicción de defender la libertad y profesar su inmenso amor a la patria, en un momento trascendental de su existencia, define y resuelve voluntariamente, expresar su VOCACIÓN de sacrificio, de renunciación, de hidalguía, de soberbio patriotismo, decidiendo con firmeza abrazar la profesión militar, y hacerse acreedor al honor que la patria, a través de la milicia, entrega a sus generosos hijos, para que se hagan acreedores a un cúmulo de prebendas, beneficios y privilegios.

El principal privilegio de un profesional militar es el de recibir un arma para emplearla en la defensa de la nación y de la patria toda e inclusive ofrendar generoso su propia existencia, por ver a su patria amada, grande, libre y soberana.

Otro de los privilegios es el de recorrer las fronteras patrias, sea por tierra, mar o aire, disfrutar las maravillosas y únicas regiones naturales que dispone este singular país de la mitad del mundo, en América, con sus activos, altos y nevados volcanes, de nuestra serranía en la grandiosa “Avenida de los volcanes”, de una selva virgen, multicolor y misteriosa, de playas calientes y mágicas y la mítica Galápagos con todos sus encantos; el privilegio que solo un militar dispone al tomar permanentemente contacto con la naturaleza y valorar y admirar su inigualable belleza e importancia vital.

El privilegio de compartir con todos nuestros compatriotas, de todos los estratos sociales (sean indios, negros, blancos o mestizos, pobres y ricos, hombres y mujeres), a lo largo y ancho de patria; de conocer y disfrutar la multiplicidad y colorido de costumbres, cultura, gastronomía y grandiosidad de pueblos, ciudades y provincias de la patria.

El privilegio de educar, orientar y formar a miles y miles de jóvenes ecuatorianos, quienes confían en el profesionalismo de sus soldados e ingresan anualmente a cumplir con honor, el servicio militar.

El privilegio de representar a nuestro querido Ecuador, con gallardía y bravura en eventos y contiendas militares y exigencias internacionales, en cualquier parte del mundo.

El privilegio de disponer de medios y recursos de la patria para constituirse en un ser humano realizado, digno, preparado, instruido y competente para brindar un servicio profesional a la sociedad ecuatoriana.

El privilegio de pertenecer a una institución digna, noble y respetable, que goza de la aceptación de sus compatriotas con más del 70 %, en la actualidad.

El militar ecuatoriano tiene el privilegio de acudir presuroso, en auxilio y socorro y brindar su mano amiga, solidaria, en situaciones apremiantes en que nuestros conciudadanos así lo exijan durante un desastre natural, como en inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos o desastres provocados por el ser humano o simplemente apoyando al desarrollo nacional.

Se tiene el privilegio de portar el glorioso uniforme militar de la patria, únicamente comprendido, en su esencia, por aquel ser humano especial que guarda en lo más profundo de su espíritu el significado de lo que es y constituye ser soldado ecuatoriano.

En si, todos estos y muchos otros nobles privilegios tienen la suerte de disfrutar quienes orgullosamente pertenecemos a las FF.AA. ecuatorianas.

Los profesionales militares ecuatorianos llegamos al nivel de dignificarnos diariamente como seres nobles y generosos, comprometidos voluntariamente con la patria; nuestro accionar se caracteriza por ser una manifestación de civismo y verdadero amor a la patria, cumpliendo nuestra sagrada misión sin emitir una sola expresión de desaliento ni cobardía, al contrario con todo el apresto y fervor patrio, con férrea disciplina, con decisión y arrojo; sin egoísmo ni temor ni miedo alguno.

La profesión militar con su rígida disciplina, con su altísima devoción a la Patria; exigente preparación intelectual, física y psicológica; elevado sentimiento de estoicismo para que sus miembros puedan soportar el dolor y sacrificio, posean competencias de aplicación social y humana, conozcan tácticas, técnicas, destrezas y principios militares, luchen permanentemente, con pasión, por defender lo que es suyo: la Patria, la libertad e integridad del suelo ancestral, e ahí la esencia misma del actual militar ecuatoriano.

Esta noble e incomprendida profesión hace de sus miembros, ciudadanos con altos sentimientos cívicos y patrióticos que, a lo largo de la historia han puesto de manifiesto al servicio de la sociedad ecuatoriana. Hombres ilustres y soldados valientes han salido de sus filas para honrar a la patria.

La batalla de Pichincha, la de Tarqui, la defensa gloriosa en 1941, en la cordillera del Cóndor en 1981 y, últimamente en el Alto Cenepa en 1995, evidencian la grandeza, importancia, valor y heroísmo de los soldados profesionales de las gloriosas Fuerzas Armadas Ecuatorianas, de los indomables y aguerridos soldados de tierra, mar y aire, para honor y orgullo personal, institucional y de la Patria.

El profesional militar de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas es heredero de toda aquella grandeza y gloria que nuestros legendarios ancestros, a través de siglos de historia, sin importarles la rudeza del combate sangriento ni el temible adversario ni las letales armas sino el cumplimiento de su sagrada misión, bajo el insigne lema de: “PRIMERO LA PATRIA”, generosamente nos lo han legado.

Es deseo ferviente de que esa ávida sinergia institucional e interrelación profesional siga siendo altamente positiva, provechosa, en el sentido de que todos los miembros de las FF. AA., somos ecuatorianos, somos patriotas y la patria nos ha brindado la oportunidad y privilegio de pertenecer y formar parte de su digna existencia.

La historia de la patria es la génesis del más acendrado espíritu cívico y patriótico de un ciudadano. Mientras que la profesión militar lo es de seres humanos nobles, dignos y generosos.

Loor a los bravos militares profesionales ecuatorianos, de tierra, mar y aire. Es gratificante recordar, felicitar y agradecer su brillante y excepcional presencia en la vida institucional y de la Patria toda.

Miserable aquel que viste el insigne uniforme militar y no se sienta orgulloso de su profesión. Traicione su sagrado juramento a la patria de defenderla y hacerla brillar con honor.



viernes, 13 de septiembre de 2013

Saludo



Oportunidades y Mejora en Seguridad Integral es el medio de comunicación de Ramón Enríquez, Coronel en Servicio Pasivo del Ejército Ecuatoriano desea compartir experiencias profesionales en las áreas de:

  • Educación
  • Seguridad integral
  • Militar
  • Identidad nacional