Al referirme a la identidad nacional ecuatoriana, lo
hago reconociéndola como una de las mayores y efectivas alternativas contra la
corrupción e inmoralidad, que debería considerar y fortalecer nuestro país; sin
embrago, estimo que aun no ha sido conceptualizada en esta magnitud y categoría
por la sociedad ecuatoriana ni por sus líderes políticos.
Para la
mayoría de los ecuatorianos en la actualidad, en el siglo XXI, todavía es
motivo de preocupación el sentirse un tanto incompletos. Inseguros. Aislados.
Desprotegidos espiritualmente. Con cierta falta de identidad o pertenencia,
respecto de la tierra, del país que los vio nacer e incluso, que los verá
fenecer en su existencia terrenal.
No pretendo
enfocar aspectos y elementos que los actuales adultos ecuatorianos los
conocemos y manejamos desde cuando éramos niños. Adquiridos por inducción
directa de nuestros padres, por influencia de la escuela que, con su didáctica,
metodología y currículos vigentes nos incorporó experiencias y conocimiento
sobre la realidad nacional o, por nuestra propia percepción individual sobre
nuestro país o por cualquier otro método de aprendizaje.
Deseo
compartir con mis compatriotas, criterios inteligentes, nacionalistas,
patrióticos, pragmáticos y de importancia vital para el desarrollo del
sentimiento de identidad nacional, de pertenencia y unidad, que toda sociedad
civilizada y orgullosa de sí, debe poseer e irradiar altiva, a través de los
tiempos y en cualquiera latitud.
En la actualidad, muchos compatriotas, trabajadores
heroicos y aventureros, genios y talentosos, turistas, estudiantes,
empresarios, etc. conciudadanos nuestros, recorren este mundo globalizado,
totalmente informatizado, con la ciencia y la tecnología a flor de piel; sin
embargo, hasta cierto punto, un mundo deshumanizado y cruel. Transitan
orgullosos, dejando bien en alto el talante de los ecuatorianos. De los hijos
de este pueblo noble, rebelde y talentoso.
El presente trabajo que deseo compartir con usted,
estimado lector, nos permitirá recorrer juntos, analizar, interiorizar,
disentir y concienciar ciertas categorías de sentimiento cívico y patriótico e
ideas que sirven de alimento espiritual del ser humano; especialmente de aquel
ser humano ecuatoriano, huérfano de identidad nacional, escaso de orgullo, un
tanto cohibido. Compatriota que en momentos en que su espíritu debería
expandirse y gritar, a todo pulmón, su nacionalidad ecuatoriana y, con coraje
sentirse altivo y erguido entre los demás; Este noble ciudadano se siente
algunas veces pequeño, tímido, con vergüenza de no tener nada o casi nada que
le provoque sentirse orgullosamente fuerte, con respecto a su Patria.
Es aquí donde deseo hacer hincapié. Rescatar y
valorar los grandes talentos, logros, recursos, acontecimientos, conocimientos,
fortalezas, historia, de los cuales tenemos por qué, todos los ecuatorianos,
sentirnos muy ufanos, satisfechos y sembrar en nuestros niños, nuestros hijos,
primero en casa, luego en la escuela y posteriormente en la propia sociedad
ecuatoriana, este valioso y beneficioso sentimiento social, cívico y patriótico
conocido como “Identidad Nacional”.
Deseo
motivar con estas ideas y propuesta a todo ser humano nacido en este
maravilloso, prodigioso y espectacular Ecuador. Especialmente al abnegado
docente, al político valiente y decidido, a las autoridades seccionales,
locales y nacionales dignas, a los patriotas ciudadanos de los “medios de
comunicación social”, al empresario honrado, a las incomprendidas y abnegadas
amas de casa, a los sacrificados padres de familia, al estudiante dedicado, al
empleado infatigable, en fin, a toda aquella persona sensible, cansada de que,
la identidad ecuatoriana, todavía se encuentre en un nivel tan insipiente y
diminuto, y se comprometan decididamente en el rescate y fortalecimiento de una
identidad nacional digna y profunda.
La
impotencia, vergüenza y desesperación que produce una identidad nacional
precaria, en un estado imperceptible e insignificante, es preocupante y muy
lacerante, para muchos ecuatorianos.
Es menester
que, alejados de la ignominia y desinterés, de la comodidad y soslayo, de
posturas falsas y engañosas, alienaciones foráneas, del desprecio muchas de las
veces a lo nacional y a lo autóctono, iniciemos con la madurez de seres
inteligentes, con espíritu positivo y optimista, con convicción, esperanza y
valentía, poniendo un alto a esta situación humillante y perversa de una débil
identidad. Proponiendo alternativas para sembrar, desarrollar y fortalecer, en
los ciudadanos ecuatorianos, acciones y prácticas cotidianas, tendientes al
fortalecimiento de un comportamiento personal, orientado hacia la consecución
de una sólida identidad nacional ecuatoriana. Que este esfuerzo sea un
compromiso, un proyecto nacional, desde hoy y para siempre.
Debemos frontalmente aceptar, los habitantes del “país de
la mitad del mundo en América” que nos hemos dejado llevar por el facilismo.
Soslayado las virtudes y cualidades superiores, preceptos referidos al decoro,
constancia, orden y honestidad; este último identificado como una de las
virtudes humanas de trascendencia universal e infinita, basada en los cuatro
principios que, elevados al nivel de cualidades, el ser humano jamás tendría que
dejar de observar: prudencia, justicia,
fortaleza
y templanza, cuya práctica garantiza el desarrollo social, humano, cultural; en síntesis, el sumo bien y
la conducta racional, lo que incide directamente en la identidad del colectivo
social.
Los aspectos a tratarse son domésticos, puesto que en
lo doméstico, en lo netamente familiar, radica la fortaleza de la
identidad y nacionalidad de un pueblo.
El propósito
de este bien intencionado ciudadano ecuatoriano no es otro que, el de motivar y
hacer un fuerte llamado a la sensibilidad y conciencia cívica de sus
coterráneos, para que, haciendo una introspección madura, reflexiva, generosa,
con todo el espíritu y fervor patriótico, poder lograr lo que por tantos años,
las generaciones pasadas soñaron y anhelaron, poseer una inquebrantable,
notoria y evidente “Identidad Nacional
Ecuatoriana”, para un futuro promisorio de nuestro país.
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