Otro de los íconos
nacionales que los ecuatorianos no le hemos sabido prestar una adecuada
atención y que se lo ha descuidado, es el mítico cóndor andino, el altivo “Rey
de los Andes” símbolo imponente y soberbio del Escudo Nacional Ecuatoriano. La
mayoría de ciudadanos de este suelo no conoce su significado y representación
de este gigante alado en nuestro escudo de armas. Deben ser difundidos con
mayor ahínco y entusiasmo en la escuela, el significado de los elementos de los
símbolos patrios, en especial el del cóndor.
A lo que me
refiero en particular es que, el “Rey de los Andes”, que debería ser y es, a no
dudarlo, el orgullo de todo buen ecuatoriano, está en peligro de extinción. No
hay ley para su protección ni para su recuperación, como lo hay en otros países
andinos, a pesar que no tienen a este gigante del cielo, como su símbolo
nacional. Considero que esta pasiva y descuidada actitud, demuestra una escasa
o ninguna preocupación por parte del ciudadano ecuatoriano, con respecto a este
ícono de poder y fortaleza nacional. Me atrevería a decir que es más por
desconocimiento de su significado e importancia que tiene, para la identidad de
este pueblo andino.
Majestuoso cóndor de los andes ecuatorianos
Los ancestros, a
lo largo de los tiempos históricos, en la grandeza de la cordillera de Los
Andes, las antiguas culturas americanas como la Chimu, Moche, Inca, Shyri,
Puruhá, entre otras, lo respetaban, lo contemplaban y hasta le temían, por lo
bien que lo conocían; quienes lo admiraban por su gran valentía, temeridad e
intrepidez de raza, que este esbelto y arrogante coloso andino irradiaba y
enseñaba a los antepasados habitantes, al momento de decidir el final de su
larga existencia, su muerte, a través del suicidio, practicado por los de su especie,
desde hace milenios.
Ahí radica el
principal significado de nobleza, orgullo y valor que los antepasados de estas
tierras, aprendieron, conservaron y mantienen, hasta el día de hoy, sobre las
lecciones naturales de su “Dios de la montaña”.
Este paradigma
mitológico, remonta su último vuelo hasta alcanzar la infinita altura, desde la
cual dominó el vasto espacio y deslumbró a lo terrenal, para luego descender
raudo, en vertiginosa picada, a una velocidad extraordinaria, para súbitamente
estrellarse contra la faz rocosa de la montaña, la que quiso igualar su
horizonte, que al final lo logra, por el fugaz deceso de su noble y centenario
huésped, dando así, esta mítica y legendaria ave, fin a su reinado en los
límpidos y azules cielos andinos.
El cóndor, fue
considerado y venerado como símbolo de sabiduría, justicia, bondad, disciplina,
altivez por todas las tribus y confederaciones indígenas de los andes del sur
del continente. Hoy los científicos modernos nos informan sobre el
indispensable rol que, en el equilibrio de la naturaleza, su gallarda presencia
representa.
En tal virtud el
cóndor andino, el ave voladora más grande del planeta, símbolo de varios pueblos
latinoamericanos que, con una envergadura de sus alas de hasta 3,5 m. de largo
y de casi un metro de alto fue, sigue y seguirá siendo, un ícono ancestral de
identidad, intrepidez, coraje, serenidad, de importancia religiosa y
representación de la civilización prehispánica, que debería ser recuperado,
estudiado, conocido, protegido, admirado y venerado por los ecuatorianos.
El ave voladora más grande del planeta
De esta manera se
entiende la importancia y significado de fuerza y valentía que el cóndor tiene,
al haber sido ubicado esbelto e imponente, en la parte dominante del sagrado símbolo
patrio: el Escudo de Armas del Ecuador, por el temerario y rebelde general de
Montecristi, Eloy Alfaro Delgado, en 1900.
Videos
documentales, material impreso, murales y múltiples productos de difusión sobre
uno de los íconos más representativo que dispone el Ecuador para mostrarse al
mundo, deberían ser elaborados y producidos, con mayor intensidad, por el
Estado y por aquellas empresas con espíritu nacionalista, practicantes de la
filantropía, generosas, y así contribuir con la recuperación de la identidad
nacional ecuatoriana y amor a la Patria.
Recordemos que, el
disponer de una fuerte identidad ecuatoriana, incidirá favorablemente en el
desarrollo nacional, en el comprometimiento con la investigación científica para
la producción de bienes, en el control de la corrupción y gobernabilidad
responsable, etc. El ser humano de este país estaría mejor predispuesto para
desempeñar su rol con honestidad, decisión, seguridad espiritual y ética. Se
abriría al mundo para dar a conocer y promover a su país, sobre lo que este
dispone y produce. El ecuatoriano trabajaría con fuerza y tesón en pos de su
engrandecimiento, en estos tiempos de globalización, de carencias y amenazas
mundiales y tendencias de integración regional.
Se espera que
nuestros jóvenes combatan la ignorancia histórica, a través de actividades
colectivas tendientes a fortalecer la identidad nacional ecuatoriana. De
lograrse, estoy seguro que la recompensa será un nuevo rostro y nuevo
ciudadano.
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