Es necesario comprender, conceptualizar, lo más
aproximadamente posible, lo que es o lo que se debería entender, por “IDENTIDAD
NACIONAL”.
Podríamos remontarnos a épocas pretéritas, al período de
la gran y erudita civilización griega, para buscar el significado de lo que es
lo idéntico, la igualdad, la identidad
de las cosas, de los hombres, de la sociedad, evocando a Parménides, Heráclito,
Sócrates, Platón o Aristóteles. Los sabios y pensadores de la Edad Media
también se preocuparon con lo relacionado a la identidad de las cosas, de los
seres humanos y de los pueblos. Avanzando en el tiempo se llegaría al momento
histórico en el que apareció el “Estado Nacional”, el concepto de “Nación”, con
ciertos pensadores y filósofos modernos como Thomas Hobbes lo expresa en su
libro: Leviatán. Posteriormente nos encontramos, cara a cara, con el actual y complejo
momento histórico contemporáneo para reclamar, de acuerdo con la
correspondiente dinámica y evolución social de nuestra Nación, la trascendental
y esencial “Identidad Nacional”.
Se podría decir que la identidad es hija y se desprende de
la historia del pueblo. Que encierra en su trajinar histórico, movimiento,
contradicciones, logros, oposiciones, antagonismos, pues estos constituyen su
esencia, su dinamismo y flexibilidad, por lo tanto, la identidad no es
estática, pasiva, inmóvil. Es todo lo contrario. Sólo la historia puede
mostrar, al ser humano corriente, las tendencias subyacentes, los procesos
fundamentales sobre los cuales flota su propia existencia. “Historia magistra
vitae”, la Historia, maestra de la vida.
Desde el punto de vista sociológico se podría decir que
la identidad de un conglomerado humano determinado, está estrechamente
relacionado con el grado de pertenencia, afinidad y respeto entre sus miembros,
su circunstancia y fundamentalmente relacionado con su suelo natal, por el
fuerte vínculo existente entre el ser y este elemento natural, su espacio
terráqueo, con un evidente sentido de conciencia de existencialismo auténtico.
Al referirme al compendio de “identidad nacional”, sería
mucho más amplio en función de nación, territorio nacional y dependencia
holística, a la existencia de la Patria.
Es necesario tratar y recordar un tema fundamental como
el nacionalismo, asunto que está estrechamente relacionado con el
Estado-Nación. Situación social que se constituye en una poderosa fuerza en el
espíritu de los miembros de toda nación, estableciéndose en extraña fuente de
energía, fuerza explosiva que fortalece y agiganta a la sociedad. En
determinados momentos esta potente energía se orienta hacia situaciones
extremas impredecibles, muchas de ellas ya registradas a lo largo de la
historia, otras ocurriendo en estos momentos en varios lugares del planeta y
otras, seguirán originándose en el futuro como manifestaciones de sano orgullo
o defensa de la propia identidad nacional, sea de una manera positiva o
desfavorable, en el ámbito cultural, racial, lingüístico o religioso.
Situaciones que han generado, desde terribles y sangrientas guerras y
genocidios, hasta manifestaciones de pleno desarrollo y progreso, orientadas
hacia el bien común.
El evocar el nacionalismo es para motivar a la sociedad
ecuatoriana a suavizar, minimizar el impacto de la penetración de la
civilización ecuménica, globalizante y evitar su incidencia negativa en el
desarrollo y fortalecimiento de la identidad nacional. Debemos propiciar un
nacionalismo maduro, evolucionado, que rescate y proteja lo autentico, lo
nuestro, la dignidad nacional. Que irradie una fuerte salud social propia; pero
jamás, un falso nacionalismo patriotero e infantil.
El presente análisis sobre identidad nacional, permite
abordar este fundamental y vital aspecto social, a fin de vigorizar y
concienciar en la sociedad ecuatoriana, la importancia y valor de este
sentimiento cívico y patriótico; de un estado de unidad, imprescindible en la
fortaleza individual y colectiva de los miembros de este conglomerado y, en el
devenir histórico del Ecuador. Atender las dramáticas preguntas de siempre:
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué tenemos? ¿Qué seremos?
¿Qué queremos?
En este fundamental y fascinante tema de la identidad nacional,
es pertinente que se recuerde que el término identidad engloba la comprensión, no solo de una identidad, sino de
varias, conformadas por el reconocimiento de similitudes y diferencias, como lo
expresa la antropóloga ecuatoriana Rosa Elena Yépez, en su libro Identidad y
pertenencia “La identidad es precisamente aquello que nos va a permitir, como
seres humanos, reconocernos similares a todos los del planeta en nuestra
esencia, y diferentes a todo por nuestra individualidad y nuestra cultura, por
lo que somos irrepetibles y únicos; en la similitud y la diferencia está
nuestra riqueza."[1]
Se pueden reconocer, una identidad objetiva y otra
subjetiva, una identidad individual, la grupal y la cultural. Para luego llegar
a la Identidad Nacional, a la Identidad Latinoamericana, europea,
norteamericana, entre otras.
La Identidad Objetiva se produce cuando cosas, hechos,
realidades, objetos o personas son idénticos entre sí, aunque esta propiedad de
idéntico no se reconozca o no sea advertida.
Mientras que la Identidad Subjetiva es propia de los
seres humanos y hace referencia al reconocimiento de ser idéntico, el
identificarse con similares, reconociéndose a sí mismos diferentes de otros.
En la conformación de la Identidad Individual es
fundamental el entorno en que se desarrolla el ser humano. La influencia que
ejerce este medio ambiente puede producir cambios significativos tanto en las
personas individuales como en los grupos sociales. Dichos cambios pueden
evidenciar pérdida de identidad formada y estructurada preponderantemente a
través de la historia y adquiriendo una nueva; toda vez que, la identidad es
fruto de pérdidas y de nuevas adquisiciones.
Como concluye Rosa Elena Yépez: “El ser humano va
conformando, a través de la historia, su identidad objetiva y puede reconocer
su identidad subjetiva”[2]
En lo relacionado a la Identidad Grupal, esta supone la
conciencia compartida de los miembros de una sociedad respecto a la integración
y pertenencia a una comunidad específica, así también la diferenciación frente
a otro u otros grupos.
“La identidad grupal se conforma cuando enfrento mi grupo a otro u otros grupos, cuando
tomo conciencia de que otros grupos en los que quienes los integran piensan de
manera diferente, comen otras cosas y preparadas de diferente forma, además de
que no necesariamente utilizan los mismos instrumentos que yo utilizo, duermen
en tipos de lechos diferentes al mío, viven en casas diferentes, creen en otras
cosas; en fin, resuelven sus necesidades de maneras diferentes y en diferentes
conformaciones y por distintas relaciones sociales. En este enfrentamiento
existe también la posibilidad de que me dé cuenta y reflexione el hecho de que
en ese otro grupo utilizan los mismos utensilios o parecidos a los que yo
utilizo, que duermen en lechos parecidos o iguales, en fin, puede haber
similitudes y diferencias en una gran gama de posibilidades y de combinaciones." [3]
Es la existencia del grupo la que va a permitir a cada
uno de sus miembros identificarse, debido a que el individuo interactúa con el
grupo al que pertenece.
Conceptualizar la identidad cultural es importante para
desembocar en la identidad nacional. Sabemos que la cultura viene consolidándose
permanentemente a través de la historia y constituye la herencia social de un
pueblo.
Todo pueblo, toda sociedad, toda nación debe contar con
símbolos, con ídolos, con héroes, con mitos, con leyendas y sobre todo, con una
identidad nacional propia que permita a sus miembros sentirse orgullosos de lo
que son y de lo que tienen.
Si miramos con mucha atención nuestro entorno, nuestra
realidad nacional, nuestra historia, veremos que existen y tenemos varios factores
y elementos por los que podemos y debemos, todos los ecuatorianos, sentirnos
muy orgullosos y ufanos.
La belleza de nuestras regiones naturales. Sus altos,
activos e imponentes volcanes. Hermosos y majestuosos nevados, en la
impresionante “Avenida de los volcanes” de nuestra serranía.
Una selva virgen y misteriosa. Playas calientes y
mágicas, Galápagos con todos sus encantos, nuestra exquisita comida criolla, el
pasillo y la voz de Julio Jaramillo. Somos productores mundiales de banano,
petróleo, flores, cacao y camarón.
Tenemos hombres y mujeres ilustres en todos los géneros
de la expresión humana. Deportistas de talla mundial, Manuelita Sáenz, Eugenio
Espejo, García Moreno, Pedro V. Maldonado, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, Oswaldo
Guayasamin, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, entre otros que, son dignos paradigmas
ecuatorianos.
En sí, es importante reflexionar sobre nuestra identidad
nacional, que es el sentimiento social y cívico que todo ciudadano expresa
profundamente, por su satisfacción y honra de pertenecer a ese vital y
extraordinario grupo denominado nación. Aceptar y valorar su propia realidad
nacional. Amar y defender lealmente a su patria y engrandecerla diariamente con
un positivo y productivo accionar.
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