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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Manifestación E001 sobre nuestra Identidad Nacional



Al referirme a la identidad nacional ecuatoriana, lo hago reconociéndola como una de las mayores y efectivas alternativas contra la corrupción e inmoralidad, que debería considerar y fortalecer nuestro país; sin embrago, estimo que aun no ha sido conceptualizada en esta magnitud y categoría por la sociedad ecuatoriana ni por sus líderes políticos.

Para la mayoría de los ecuatorianos en la actualidad, en el siglo XXI, todavía es motivo de preocupación el sentirse un tanto incompletos. Inseguros. Aislados. Desprotegidos espiritualmente. Con cierta falta de identidad o pertenencia, respecto de la tierra, del país que los vio nacer e incluso, que los verá fenecer en su existencia terrenal.

No pretendo enfocar aspectos y elementos que los actuales adultos ecuatorianos los conocemos y manejamos desde cuando éramos niños. Adquiridos por inducción directa de nuestros padres, por influencia de la escuela que, con su didáctica, metodología y currículos vigentes nos incorporó experiencias y conocimiento sobre la realidad nacional o, por nuestra propia percepción individual sobre nuestro país o por cualquier otro método de aprendizaje.

Deseo compartir con mis compatriotas, criterios inteligentes, nacionalistas, patrióticos, pragmáticos y de importancia vital para el desarrollo del sentimiento de identidad nacional, de pertenencia y unidad, que toda sociedad civilizada y orgullosa de sí, debe poseer e irradiar altiva, a través de los tiempos y en cualquiera latitud.

En la actualidad, muchos compatriotas, trabajadores heroicos y aventureros, genios y talentosos, turistas, estudiantes, empresarios, etc. conciudadanos nuestros, recorren este mundo globalizado, totalmente informatizado, con la ciencia y la tecnología a flor de piel; sin embargo, hasta cierto punto, un mundo deshumanizado y cruel. Transitan orgullosos, dejando bien en alto el talante de los ecuatorianos. De los hijos de este pueblo noble, rebelde y talentoso.

El presente trabajo que deseo compartir con usted, estimado lector, nos permitirá recorrer juntos, analizar, interiorizar, disentir y concienciar ciertas categorías de sentimiento cívico y patriótico e ideas que sirven de alimento espiritual del ser humano; especialmente de aquel ser humano ecuatoriano, huérfano de identidad nacional, escaso de orgullo, un tanto cohibido. Compatriota que en momentos en que su espíritu debería expandirse y gritar, a todo pulmón, su nacionalidad ecuatoriana y, con coraje sentirse altivo y erguido entre los demás; Este noble ciudadano se siente algunas veces pequeño, tímido, con vergüenza de no tener nada o casi nada que le provoque sentirse orgullosamente fuerte, con respecto a su Patria.


Es aquí donde deseo hacer hincapié. Rescatar y valorar los grandes talentos, logros, recursos, acontecimientos, conocimientos, fortalezas, historia, de los cuales tenemos por qué, todos los ecuatorianos, sentirnos muy ufanos, satisfechos y sembrar en nuestros niños, nuestros hijos, primero en casa, luego en la escuela y posteriormente en la propia sociedad ecuatoriana, este valioso y beneficioso sentimiento social, cívico y patriótico conocido como “Identidad Nacional”.

Deseo motivar con estas ideas y propuesta a todo ser humano nacido en este maravilloso, prodigioso y espectacular Ecuador. Especialmente al abnegado docente, al político valiente y decidido, a las autoridades seccionales, locales y nacionales dignas, a los patriotas ciudadanos de los “medios de comunicación social”, al empresario honrado, a las incomprendidas y abnegadas amas de casa, a los sacrificados padres de familia, al estudiante dedicado, al empleado infatigable, en fin, a toda aquella persona sensible, cansada de que, la identidad ecuatoriana, todavía se encuentre en un nivel tan insipiente y diminuto, y se comprometan decididamente en el rescate y fortalecimiento de una identidad nacional digna y profunda.

La impotencia, vergüenza y desesperación que produce una identidad nacional precaria, en un estado imperceptible e insignificante, es preocupante y muy lacerante, para muchos ecuatorianos.

Es menester que, alejados de la ignominia y desinterés, de la comodidad y soslayo, de posturas falsas y engañosas, alienaciones foráneas, del desprecio muchas de las veces a lo nacional y a lo autóctono, iniciemos con la madurez de seres inteligentes, con espíritu positivo y optimista, con convicción, esperanza y valentía, poniendo un alto a esta situación humillante y perversa de una débil identidad. Proponiendo alternativas para sembrar, desarrollar y fortalecer, en los ciudadanos ecuatorianos, acciones y prácticas cotidianas, tendientes al fortalecimiento de un comportamiento personal, orientado hacia la consecución de una sólida identidad nacional ecuatoriana. Que este esfuerzo sea un compromiso, un proyecto nacional, desde hoy y para siempre.

Debemos frontalmente aceptar, los habitantes del “país de la mitad del mundo en América” que nos hemos dejado llevar por el facilismo. Soslayado las virtudes y cualidades superiores, preceptos referidos al decoro, constancia, orden y honestidad; este último identificado como una de las virtudes humanas de trascendencia universal e infinita, basada en los cuatro principios que, elevados al nivel de cualidades, el ser humano jamás tendría que dejar de observar: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, cuya práctica garantiza el desarrollo social, humano, cultural; en síntesis, el sumo bien y la conducta racional, lo que incide directamente en la identidad del colectivo social.

Los aspectos a tratarse son domésticos, puesto que en lo doméstico, en lo netamente familiar, radica la fortaleza de la identidad y nacionalidad de un pueblo.

El propósito de este bien intencionado ciudadano ecuatoriano no es otro que, el de motivar y hacer un fuerte llamado a la sensibilidad y conciencia cívica de sus coterráneos, para que, haciendo una introspección madura, reflexiva, generosa, con todo el espíritu y fervor patriótico, poder lograr lo que por tantos años, las generaciones pasadas soñaron y anhelaron, poseer una inquebrantable, notoria y evidente “Identidad Nacional Ecuatoriana”, para un futuro promisorio de nuestro país.


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