General José Eloy Alfaro Delgado, pro hombre de este terruño
Me referiré al estoico y eterno desterrado manabita,
Don José Eloy Alfaro Delgado, designado en el año 2005 como el mejor
ecuatoriano de todos los tiempos, hombre superior, convertido en el caudillo
liberal revolucionario que consagró su vida a favor de un ideal: “la gran
transformación nacional del Ecuador” la que inició en Guayaquil, con la
revolución liberal del 5 de junio de 1895.
Eloy Alfaro y su familia
Los procesos históricos de evolución y madurez
política de los pueblos y naciones toman siempre el tiempo requerido para que,
el intelecto, virtudes y privilegios axiológicos, de sus habitantes, se hayan elevado,
hasta civilizados y requeridos niveles para encarar decididamente los retos que
una nueva situación social exige. En tal virtud, los cortos periodos de tres,
cuatro o cinco décadas en la existencia de un país republicano, libre y
soberano, se considera insuficiente tiempo para que el país logre aquella
imperiosa y vital madurez política que garantizaría un futuro promisorio, un
ambiente favorable para el crecimiento social. Sin embargo, se requiere
obligatoriamente que este proceso, continúe su largo y fundamental desarrollo
que, posiblemente, le tomará quizás siglos, para dar paso a la siguiente fase
del normal ciclo evolutivo político - social.
Razón por la cual el Ecuador, en sus orígenes como
país republicano venia atravesando por una época inestable, insegura,
convulsionada, con manifestaciones y comportamientos políticos “inmaduros”, una
etapa intrépida y atrevida, en la que hacen su aparición diversas y admirables
personalidades como el gran general de Montecristi, Eloy Alfaro Delgado quien,
sin temor a equivocarme, es un ciudadano americano que por su pensamiento,
actitud, personalidad, extraordinaria y fecunda labor humanista en su patria y
en el continente Americano, se ubica en el nivel de las eminentes y sublimes
entidades humanas de la historia.
Quién fue este arquetipo, ilustre y consumado patriota
que luchó, entregó su fortuna, su tiempo, su paz y su vida por el progreso,
desarrollo y libertad del Ecuador, en todos los órdenes sociales, axiológicos y
materiales, de quien, todo ciudadano ecuatoriano debemos conocer, emular su
tenaz ejemplo patriótico progresista. Sentirnos orgullosos y difundir su obra,
pensamiento e ideales. Es nuestro profundo deber.
Eloy Alfaro Delgado fue el protagonista de “La
Alfarada”, trascendental manifestación de rebeldía y patriotismo que comienza
en mayo de 1864, cuando el joven caudillo mantiene su primera reunión de
conspiración contra el severo e implacable régimen conservador de la época;
proceso histórico que se proyecta y culmina con el cobarde asesinato del noble
patriota ecuatoriano en 1912; aproximadamente luego de medio siglo de
dedicación y entrega a la sagrada causa de la Patria.
La Alfarada, manifestación de rebeldía y patriotismo
Su infinito amor a la libertad, justicia, democracia,
dignidad nacional y prosperidad fueron la inspiración para su religión liberal
y progresista que, permanentemente le iluminó en la defensa de la soberanía
nacional, el fomento de las relaciones internacionales y solidaridad
panamericana, el impulso de la educación, ciencia y cultura para el pueblo
ecuatoriano. Demostró una perseverante actitud y decisión para incorporar a
nuestro país a la producción y al comercio internacional, se esforzó
constantemente en el desarrollo de la obra física. Por todo esto, en la
actualidad y en el futuro, el Ecuador continuará disfrutando y
enorgulleciéndose de su histórico y vital legado.
La sociedad quiteña rumbo al “Palacio de la Exposición”
o de “La Recoleta” (actual Ministerio de Defensa) en 1.909
Este insigne líder ecuatoriano se propuso cambios
profundos para nuestro novel país republicano; combatió con gran determinación
los factores negativos que obstaculizaban e impedían que el Ecuador evolucione
hasta alcanzar niveles superiores de civilización y desarrollo, elementos que
sumergían en la ignorancia, barbarie y corrupción a la patria. Enfrentó al
clero pernicioso, a los conservadores corruptos, a los abusivos, perversos,
ambiciosos y despiadados latifundistas. A la propia ignorancia del pueblo.
Los niños, jóvenes y adultos ecuatorianos debemos
conocer y valorar las obras fundamentales que este admirable hombre manabita
ejecutó, para el orgullo y gloria de la patria y de sus hijos. Entre las más
importantes ejecutorias se cuentan: la implementación de la educación laica; la
libertad de culto; la libertad de imprenta; la separación de la iglesia y el
Estado; la reivindicación del indígena ecuatoriano; la promoción de la cultura,
la ciencia y la tecnología; el impulso de la actividad educativa y laboral de
la mujer ecuatoriana; la dotación de becas en el país y en el exterior para
estudiantes seleccionados y brillantes de la patria; la creación de decenas de
escuelas primarias, colegios, institutos pedagógicos y bibliotecas para el
desarrollo intelectual del ciudadano ecuatoriano, el fomento de la producción
agrícola nacional; la adopción de medidas económicas apropiadas y, su
impresionante y magna obra que ni aun, en la actualidad, se ha podido
conceptuar la importancia y significado que esta representa para el progreso y
desarrollo de nuestro país, pues, la cobarde amnesia del pueblo, los egoísmos,
ambiciones y la infaltable corrupción de los miserables de todos los tiempos,
sepultaron al ferrocarril trasandino del Ecuador.
El presidente Eloy Alfaro, ministros y el contratista
norteamericano del “ferrocarril más difícil del mundo” Archer
Harman
Debo reconocer al gobierno actual, liderado por el
economista Rafael Correa Delgado quién, dispuso la recuperación e impulso de
tan recordado y querido ferrocarril, legado de nuestro “Viejo Luchador” Don
Eloy Alfaro que, para orgullo de todos los ecuatorianos, está reconstruido y
rescatado este legendario tren, que ha permitido uno de los más hermosos,
pintorescos y atrevidos viajes de turismo.
El Tren Crucero, orgullo ecuatoriano.
Impresionante paso rocoso de la “Nariz del diablo”
rumbo a los 3.600 msnm
Eloy Alfaro como internacionalista y americanista fue
un evolucionado y aventajó a los de su tiempo; siguiendo el ejemplo de
visionarios como Simón Bolívar, se adelantó a la actual tendencia global de las
últimas décadas que alineadas con aquel principio popular “la unión hace la
fuerza” hoy existe la Unión Europea, La Unasur, pues, nuestro líder
revolucionario, el general Eloy Alfaro Delgado, figura de firmes relieves
continentales plasmó, entre los objetivos prospectivos, para el continente
Americano, el perfeccionamiento de la industria, el impulso del comercio
internacional, el desarrollo progresivo y sostenido, velar por la libertad y
dignidad de los pueblos oprimidos en América que, en el Congreso Internacional
a realizarse en México el 10 de agosto de 1896 se trataría sobre la
trascendencia y significado de la unión y cohesión continental, para el futuro.
Fueron el pensamiento panamericano e ideales
internacionalistas de nuestro extraordinario compatriota, que alarmó e inquietó
a los Estados Unidos, a tal punto que éstos, boicotearon la realización del
mencionado Congreso Internacional Americano, por la decisión, entereza y convencimiento
del presidente ecuatoriano de que, la unión y cohesión panamericana
constituiría la fuerza, el progreso y la libertad para esta parte del mundo.
“La libertad no se la implora de rodillas, se la
conquista en los campos de batalla, como bien inmanente para el bienestar de
las naciones”; evidencia de que el presidente Eloy Alfaro Delgado fue, es y
será, un ser superior para el continente y el mundo.
El indomable general manabita José Eloy Alfaro
Delgado, fue cobardemente inmolado en el penal García Moreno, arrastrado por
las calles y quemado en el parque El Ejido del Quito colonial, en un abominable
y miserable acto criminal el 28 de enero de 1912, perverso episodio que
avergüenza y deshonra a los ecuatorianos; sin embargo, glorifica la egregia
figura del insigne revolucionario y visionario compatriota.
Cobarde y perverso episodio que avergüenza y deshonra
a los ecuatorianos
Por todo lo que fue e hizo este excepcional e
inigualable prohombre de nuestro país, es digno del orgullo y regocijo de sus
coterráneos y de la mayoría de ciudadanos de los países iberoamericanos que
visitó, por las profundas y significativas huellas de solidaridad y estadista
que en ellos impregnó.
¿Quién conoce y admira más al “Viejo Luchador”: un
cubano, un panameño, un peruano, un nicaragüense, un mexicano o un ecuatoriano?
Solo usted, amigo lector, lo sabe.